rbel Vecino y promovido por la Federaci�n de Comunidades de Regantes de la Cuenca del Guadalquivir (Feragua) con el patrocinio de la Confederaci�n Hidrogr�fica del Guadalquivir.
Este informe, l primero de sus caracter�sticas que se realiza en Espa�a, analiza la dimensi�n social, econ�mica y ambiental del regad�o de la Cuenca, y arroja, entre otras conclusiones, la necesidad de paralizar la puesta en marcha de nuevos regad�os. Seg�n explic� Berbel, esta paralizaci�n es condici�n sine qua non para garantizar la sostenibilidad de la Cuenca, dado que de muy poco servir�an las mejoras en modernizaci�n que est�n ejecut�ndose si no van acompa�adas de un plan punto cero dirigido a frenar las nuevas iniciativas de riego.
Durante la presentaci�n del Informe, el presidente de Feragua, Jos� Fern�ndez de Heredia, subray� asimismo la necesidad de que se acometan las obras hidr�ulicas previstas en el Plan Hidrol�gico Nacional para lograr el equilibrio h�drico de la Cuenca, muy principalmente las de la Bre�a II y Arenoso, ambas en C�rdoba. "Confiamos en que la ministra Narbona cumpla su compromiso de poner la primera piedra de la Bre�a II muy pronto, concretamente en este primer semestre del 2005", agreg� Fern�ndez de Heredia.
El presidente de Feragua se�al� que la ejecuci�n de estas obras animar� a los regantes a proseguir el esfuerzo de modernizaci�n estimando que. "C�rdoba ha sido pionera en la puesta en marcha de sistemas de riego modernos y eficientes en el uso del agua, como los instalados en las zonas del Genil-Cabra y Fuente Palmera. Y esta realizando, adem�s, una apuesta ejemplar por la mejora y modernizaci�n de las infraestructuras de riego.".
Los datos econ�micos que ofrece el I Estudio de la Sostenibilidad del Regad�o del Guadalquivir ponen de relieve la gran incidencia del regad�o sobre la econom�a de la cuenca. As�, el an�lisis muestra que el sector agrario tiene una relevancia en la econom�a de las cuencas andaluzas (casi un 10% del Valor A�adido Bruto) muy superior al que tiene en la econom�a espa�ola o europea y que, adem�s, emplea al 11,1% de la poblaci�n ocupada en Andaluc�a. La raz�n de la importancia de este sector en la cuenca se encuentra no s�lo en factores hist�ricos y socioecon�micos, sino tambi�n en unas favorables condiciones agroclim�ticas, tecnol�gicas y de mercado. La superficie de regad�o representa el 18% de la superficie total agraria andaluza, pero aporta el 60% de la producci�n final agraria, lo que significa que su productividad es seis veces superior a la de secano. El regad�o de las Cuencas del Guadalquivir, Guadalete y Barbate representa el 78% del total de regad�o existente en Andaluc�a y el 23,2% de la superficie labrada de estas cuencas.
Adem�s, el estudio revela que el regad�o de las Cuencas de Guadalquivir, Guadalete y Barbate genera un empleo directo en cultivo de 0,11 empleos por hect�rea, y un empleo indirecto en el complejo agroindustrial de 0,06 empleos por hect�rea. En total, 0,17 empleos por hect�rea. En general, el empleo total en el sistema agroalimentario dependiente del regad�o del Guadalquivir se estima en 128.000 personas, siendo el primer subsector industrial por n�mero de empleos en Andaluc�a. A estos ratios hay que agregar el empleo inducido en los municipios en el resto de sectores de consumo e inversi�n (distribuci�n, sanidad, educaci�n, etc.), Esta cifra es dif�cil de calcular, pero puede oscilar entre 0,20 empleos/ha y 0,30 empleos/ha.
Igualmente, el informe destaca que aquellas comarcas con mayor proporci�n de regad�o respecto a la superficie total cultivada presentan tasas de crecimiento de la poblaci�n netamente mayores, las oportunidades de empleo son m�s elevadas y sereduce el envejecimiento de la poblaci�n, objetivos acordes con las pol�ticas de desarrollo rural en Europa y Espa�a.
Por otra parte, en su an�lisis ambiental, el Informe insiste en que la Cuenca padece una situaci�n de sobreexplotaci�n de los recursos motivada por la incorporaci�n de nuevos regad�os, y se�ala que la soluci�n a esta situaci�n de d�ficit h�drico pasa necesariamente por la inversi�n en infraestructuras tanto en "alta" como en "baja" para su futura sostenibilidad. Las inversiones en "alta" son las que buscan ampliar la oferta, es decir, aumentar la cantidad de agua regulada para poder disponer de ella y se basa en grandes infraestructuras como embalses y balsas de regulaci�n. Las inversiones en "baja" afectan a la demanda y buscan el ahorro de agua. "Unas y otras pol�ticas no deben llevar al equ�voco de una posible puesta en riego de nuevas zonas agr�colas, contrarias a la sostenibilidad del recurso", dice el Informe, en l�nea con lo comentado en la presentaci�n tanto por Julio Berbel como por Fern�ndez de Heredia.
El estudio subraya especialmente que los sistemas de riego han mejorado gracias a las inversiones realizadas directamente por los agricultores. En los �ltimos tres a�os se ha pasado de un 33% de superficie de riego localizado a un 38%. La superficie regada por gravedad (sistema tradicional) se ha reducido al 40%, frente al 60% restante representado por el riego por gravedad y el riego por aspersi�n, sistemas ambos m�s avanzados.
En relaci�n con el impacto ambiental de la actividad agr�cola de regad�o, y utilizando los indicadores seleccionados por la OCDE, el Estudio concluye que el valor medio de balance de nitr�geno para la Cuenca del Guadalquivir es de 62 kg de nitr�geno por hect�rea y a�o, unos niveles aceptables si se tiene en cuenta que parte de ellos se fija al suelo. En cuanto al riesgo de pesticidas, las diferencias son muy notables entre unas zonas regables y otras. En cualquier caso, seg�n los expertos de la Universidad de C�rdoba, siguiendo un c�digo de buenas pr�cticas ambientales, la toxicidad por pesticidas y la contaminaci�n por nitratos pueden reducirse considerablemente respecto a los valores actuales.
Por �ltimo, el Informe destaca que los otros dos indicadores elegidos por la OCDE (las exportaciones de energ�a del sistema y la cobertura de suelo) muestran que el medio ambiente recibe beneficios importantes de la actividad del regad�o, ya que �ste es un exportador neto de energ�a del sistema, aumenta la biodiversidad, y contribuye a la lucha contra la erosi�n al estar m�s tiempo el suelo con cobertura vegetal.