El escritor canadiense Alberto Manguel (Buenos Aires, Argentina, 1948) ha ofrecido esta tarde una conferencia en el Sal�n Mud�jar del Rectorado de la Universidad de C�rdoba en la que ha reivindicado la importancia de la lectura como fuente de entretenimiento. Bajo el t�tulo "Placeres de la lectura", Manguel ha articulado una charla trufada de citas, reflexiones y an�cdotas en la que estuvo acompa�ado por el vicerrector de Estudiantes y Cultura, Manuel Torres, y el director general de Cultura de la UCO, Octavio Salazar.
Alberto Manguel ha asegurado que "la lectura empieza siendo un acto ego�sta que termina siendo generoso", por aquello de que el lector disfruta para s� de un libro, pero puede enriquecer a los dem�s gracias a ello precisamente. Adem�s, ha se�alado que no todos los libros est�n escritos para todo el mundo, ya que uno de los lemas del buen lector debe ser el cl�sico "sobre gustos no hay nada escrito".
El ponente, que cuenta con m�s de 50.000 libros, ha puesto como ejemplo de biblioteca ideal la que llev� a la pr�ctica el alem�n Aby Warburg. �ste hijo de banqueros que viv�a en Hamburgo estaba destinado a heredar el negocio familiar por su primogenitura, que finalmente vendi� a su hermano menor a cambio de que �ste le comprara durante su vida todos los libros que quisiera. "La biblioteca de Warburg ten�a forma el�ptica para que la distribuci�n de los libros no tuviera una ruptura en su continuidad", ha explicado Manguel. Warburg, adem�s, fue inventor de leyes para el lector, exponiendo, por ejemplo, la ley del buen vecino, que dice que "la informaci�n que buscamos en un libro se encuentra siempre en el libro de al lado".
Alberto Manguel ha concluido su ponencia valorando la incompatibilidad de determinados escritores a la hora de ser traducidos. En este sentido, ha puesto como ejemplo el caso del c�lebre inicio de El Quijote, que en ingl�s "no puede escribirse ni pronunciarse igual". Respecto al idioma ingl�s, ha declarado que "est� perdiendo fuerza imaginativa" por su institucionalizaci�n. "Un antecedente podr�a ser el lat�n, que perdi� peso al final del Imperio romano a favor de las nuevas lenguas aut�ctonas", ha manifestado.