La relaci�n del hombre con el caballo ha sido hist�ricamente la de dominador y dominado; la que establece quien utiliza la fuerza para controlar al otro. As� se ha domado durante siglos a un animal que, sin embargo, es esencialmente pac�fico y, en estado natural, huye de cualquier predador. As� lo han entendido los domadores naturales, conocidos en EEUU como susurradores de caballos. Uno de ellos, Vicente Franch, monitor de equitaci�n de base en la Yeguada Nen�fares de Castell�n, ha pasado hoy por el curso que sobre bienestar animal se desarrolla estos d�as en Corduba 07, y ha revelado las claves de una t�cnica a�n minoritaria en Espa�a, introducida hace una d�cada en Europa.
Seg�n Franch, la base de la doma natural es la emoci�n, "que es en lo �nico que podemos ser iguales hombres y caballos, ya que ellos no razonan". Los domadores naturales basan su relaci�n con el animal en la comunicaci�n, tratan de transmitirles seguridad, la �nica forma de que �ste no abandone su natural estado pac�fico y tienda a la agresividad. Para conseguirlo, los domadores naturales tratan de convertirse en la �nica figura que los caballos entienden con su l�der, la �nica figura capaz de darles seguridad: la yegua vieja. "Ella es, en estado salvaje, la que, por su experiencia, sabe c�mo guiar a la manada, encontrar los recursos (agua y comida) y dar con el camino para huir de un predador, que en la doma tradicional ha sido siempre el hombre".
Los resultados de la doma natural son mucho m�s positivos que en la cl�sica, basada en el uso de la fuerza y en el castigo. Seg�n ha explicado Franch, con la doma natural, que siempre empieza "a pie de tierra, de igual a igual", se puede conseguir montar a un potro al paso s�lo tres o cuatro d�as despu�s de haber empezado a trabajar con �l. Para ello siempre har� falta que el jinete est� dispuesto a aprender del animal, a comunicarse con �l y no a dominarlo.
Adem�s, en el proceso puede llegar a influir incluso la raza del animal. Franch ha asegurado, en este sentido, que �l percibe como m�s sensibles a los caballos �rabes, como "nobles, nada violentos, pero gritones" a los espa�oles, y como "poco receptivos" a los alemanes y centroeuropeos.