El trabajo de una treintena de periodistas se desenvuelve desde su fundaci�n en 1998 en condiciones de alto riesgo, diana de amenazas persistentes contra su integridad f�sica y profesional, no solo desde las maras o pandillas callejeras sino tambi�n desde las fuerzas de orden p�blico, inc�modas por sus denuncias de los abusos policiales. Baste decir que el a�o pasado tres de sus redactores tuvieron que abandonar el pa�s para proteger sus vidas.
El periodista Carlos Dada retrat� esta ma�ana el escenario dram�tico que vive El Salvador tras los acuerdos de paz de 1992, ante un centenar de alumnos de la Facultad de Derecho y la mirada atenta de su profesor, Manuel Torres. Esa fecha marca el fin de un infierno, la guerra civil, y el nacimiento de otro muy distinto pero igualmente sangriento. Fue entonces, seg�n explic� Dada, cuando el Gobierno de EE.UU deport� a miles de salvadore�os, hijos de los exiliados, que se hab�an integrado en las pandillas juveniles de California. �Las maras nacieron en las calles de Los �ngeles�, asegur� el periodista centroamericano, galardonado ya con media docena de premios de prestigio internacional.
A lo largo de estos 25 a�os, las maras no han hecho sino consolidar su enorme poder dentro del peque�o pa�s de 6 millones de habitantes. Tanto que hoy El Salvador padece el mayor �ndice de violencia del mundo con 91 homicidios cada 100.000 habitantes. El colapso del Estado es tan notorio que hace tres a�os el Gobierno pact� una tregua con las dos maras que act�an en el pa�s a cambio de ciertos beneficios penitenciarios. Las c�rceles est�n desbordadas y los jefes pandilleros ejercen su dominio desde las prisiones, divididas de forma exclusiva para cada una de las maras porque la convivencia entre ellas dentro del recinto penitenciario resulta incontrolable.
�Muchos padres prefieren no identificar a sus hijos para evitar tener problemas con las maras. Otros justifican su muerte. �Ellos se lo han buscado por juntarse con las pandillas�, dicen. Pero la dignidad es un derecho por encima del derecho a la vida�, sostiene Dada. �Te sobrevive. Y tienes derecho a que se conozca qui�nes fueron tus victimarios�.
Su relato fue estremecedor y provoc� la participaci�n activa de los estudiantes. Muchos de sus reportajes period�sticos han sido merecedores de premios internacionales. Como uno que recibi� el World Press Photo 2014 sobre un cat�logo de im�genes que reproduc�an el atuendo que llevaban puesto los j�venes asesinados y encontrados en fosas comunes meses o a�os despu�s. La mayor parte de ellos, con edades comprendidas entre los 14 y los 18 a�os.
En los �ltimos tiempos, las amenazas a su trabajo provienen con m�s intensidad de la propia polic�a. El Faro tambi�n denuncia las ejecuciones extra judiciales perpetradas por los miembros de las fuerzas de seguridad cuando interceptan a delincuentes pandilleros. Muchos lectores les reprochan que el diario digital d� vuelo medi�tico a este tipo de cr�menes de Estado cuando, al fin y al cabo, su trabajo es combatir a las maras. Carlos Dada, sin embargo, lo tiene claro: �No hacemos periodismo para nuestros lectores y sus prejuicios, sino para nuestros principios y nuestro compromiso con el periodismo�.